25 agosto 2013

Conversa con Félix Díaz

Esta charla fue llevada a cabo el domingo 2 de junio de 2013, en el marco de la Cumbre de Pueblos Originarios realizada en Formosa. Ni bien lo llamé, Félix Díaz atendió de inmediato y acordamos vernos al próximo día. Cuando llegué al centro Juan Pablo II, a dos kilómetros de la ciudad, el primero en recibirme fue su hijo, Abelardo. Lo reconocí por las fotos que habían recorrido los medios y mostraban su cara desfigurada. "Te conozco, claro. Ya estás mucho mejor", respondí a la bienvenida. Sonrió y se ofreció a acompañarme. 
Abelardo me hizo recordar la hospitalidad y la bienvenida indígena que ya había vivido en Bolivia. La sonrisa y la humildad india que tan bien hacen al alma me hizo sentir como en casa. Félix estaba descansando en  una de las tantas camas del centro. Agradecí la posibilidad y ofrecí entrevistarlo más tarde. Esperaba un "No", pero el Qarashe me pidió que fuera así porque recién llegaba de la Comunidad Potae Napocna Navogoh.
Ésta no es una entrevista, es una charla que le hice a una persona que admiro. Simplemente la comparto. Una charla entre un joven blancoide que ve personificada en un indígena la lucha por una causa noble, por una causa justa. Es una conversación con una persona grande que nos está dando un ejemplo de cómo se puede enfrentar al poder político y económico en pos de un mundo mejor.

Félix Díaz: "Le pediría a la gente que nos acompañe. Siempre. Que estén más cerca de nosotros y que nos conozcan más. Que sepan que lo que estamos haciendo es por el bien de la humanidad." 

¿Cómo surgió la idea de hacer la Cumbre Indígena?
A partir de la violencia que se está generando en el territorio de los pueblos indígenas. Especialmente en lo que nosotros llamamos el Chaco Sudamericano, una región muy basta y poblado por diferentes pueblos. Es Formosa puntualmente estamos los pueblo Qom, los Nivaclé (que todavía es un pueblo no reconocido por los gobiernos nacional y provincial), los Wichi y los Pilagá. Somos cuatro pueblos que habitamos en esta provincia y estamos tratando de unificar nuestra lucha para poder ser más visibles. Porque por el momento parecería que la única comunidad que tiene problemas de violencia somos los Qom Potae Napocna Navogoh (La Primavera), pero no es así sino que lo sufrimos todos los pueblos indígenas en la Argentina.
¿Por qué se hace en Formosa?
Fue una propuesta que inicié a través de la Organización Plurinacional. De ahí surgió la iniciativa de unir nuestra fuerza y nuestras luchas para plantear al Estado su responsabilidad, exigir que atienda esta problemática y que resuelva los problemas territoriales, que es lo que más nos preocupa a todos los pueblos indígenas. También reclamamos la aplicación de la Ley 26.160: la ley que debe ser la garantía de regularizar nuestras cuestiones territoriales.
¿Cómo vive la persecusión del Gobierno?
Desde que hemos sido reconocidos como pueblos preexistentes, nunca hemos tenido la respuesta de ningún gobierno. Y no esperamos que se resuelva esto a través de la aplicación de los derechos constitucionales porque lo hemos visto en la historia. En “La Argentina de los caciques”, el antropólogo Carlos Martínez Sarasola muestra la historia de la lucha del pueblo indígena y ahí se ve que no hay un partido político al que le interesa el tema indígena. De este modo me nació la idea de que debemos visibilizar la problemática indígena y me comprometí a tomar una postura lejos de las religiones, partidos políticos y ONGs.
¿Sufrió agresiones directas?
Perdí dos hijos por no ser atendidos por los médicos, perdí hermanos y sobrinos. La lucha contra el Estado es muy difícil. A pesar de las presiones no lograron silenciar mi voz. De hecho en 2007 contrataron un sicario paraguayo que se fue armado a mi casa para matarme. Por suerte yo no estaba. Fui a denunciar en la comisaria de Laguna Blanca, acompañado del Ingeniero Agrimensor y funcionario provincial del Instituto de la Comunidad Aborigen, Carlos Arato. Cuando le pedí que fuera testigo de esa amenaza me dijo: “Félix, no puedo meterme en esto porque es muy peligroso. Si yo salgo como testigo me van a sacar el trabajo. Quizás el mismo hombre se va a desquitar conmigo y me va a hacer lo mismo que a vos. Mejor no aparezco”. Frente a esta amenaza me asusté porque yo siempre he pensado en mis hijos.

Más de 300 indígenas de todo el país se reunieron en la Cumbre Nacional de Pueblos y Organizaciones Originarias del 3 al 5 de junio en Formosa. La Cumbre terminó con una marcha de 5 kilómetros hacia la Casa de Gobierno.
¿Cómo llegó a ser el líder de la Comunidad Qom?
Yo siempre he vivido en la precariedad, pero he tratado de superarme. Después de completar la primaria en 2007, quería mostrar que todo es posible. Yo venía cursando un taller se participación en el Instituto Juan Pablo II, cuando un profesor de la Universidad Nacional de Formosa me dijo: “Félix completá tu primaria y luego vemos cómo podés avanzar en una profesión porque sos una persona muy capaz y queremos que tengas un certificado de la Primaria”. De este modo, me inscribí en la escuela para adultos de Laguna Blanca, cursé dos años y la aprobé. Cuando repartieron los certificados de los egresados no estaba mi nombre. Reclamé y me dijeron que no tenían ningún registro en el Ministerio de Educación. Me dio mucha bronca porque me iba a las 17.00 hasta Laguna Blanca y me volvía a las 21.00. 
¿Ese fue el único problema que tuvo?
No. Un día un auto verde me atropelló intencionalmente. Fue directamente a mí, pero me escapé de esa muerte. Lo primero que pensé fue en mi hijo Abelardo. Empecé a gritar y después me levanté. Me tiraron a la banquina la bicicleta que no tenía frenos. Agarré la bicicleta y me fui caminando hasta Laguna Blanca. Pasaba la gente, pero no me daba cuenta: tenía toda la mente bloqueada. Estaba shockeado. Al día siguiente le conté a mi profesora y me acompañó a hacer la denuncia. Apareció el Comisario y me dijo: “Bueno muchacho, si vos sabés quién es la persona que te atropelló dame la marca del auto, el color y el número de chapa. Si tenés testigos, describime todo así intervenimos”. Le respondía que no podía decirle eso tan rápido.
¿Cuándo empezó con toda esta lucha?
Esto empezó en el año 2000. Fue una lucha muy fuerte porque yo siempre denunciaba, pero internamente no era reconocida mi labor. Pero internamente ya molestaba porque cada vez que iban las radios locales me daban espacio y yo aprovechaba a denunciar el racismo y la discriminación. Eso le molestó a los funcionarios provinciales, pero nunca fui consciente de los riesgos. Me tenían bien marcado, pero yo no les tenía miedo. Al contrario, me preocupaba lo que les pasaba a todos. Y de repente aparece un chico huérfano de 26 años en mi casa diciéndome que su hermano necesitaba una ayuda con el DNI: todavía tenía la foto de los 8 años. En el Registro Civil me dijeron que debía pagar una multa de 780 pesos, pero el chico no podía. Tras discutir con este señor fui al Juzgado de Menor Cuantía y me dieron un formulario para certificar que era un chico insolvente. Después de esto aparecieron muchos indocumentados y sentí que tenía una responsabilidad. Aún no me consideraban un líder, sino un ayudante de la comunidad.
Pero la gente acudía cada vez más a usted.
Yo ayudaba y acompañaba. Una hermana que se llamaba Rosenda Sosa tenía tuberculosis y aparecía en el registro del Hospital Central de Formosa como fallecida porque se había escapado por el maltrato y la discriminación. Después de 5 años yo pedí asistencia médica, pero los médicos me dijeron: “No puede ser. Esta mujer está muerta”.  Comprobaron que realmente la mujer estaba ahí, postrada en la cama. Así me dieron la responsabilidad de asistirla con medicamentos, aplicar inyecciones, me hice cargo. El enfermero oficial del Hospital de Laguna, Miguel Velázquez, es indígena. Yo  le pedí, pero, ¿sabés lo que me dijo este hermano enfermero? Que le pagara horas extras porque trabajaba de 8 a 12. Un indígena que piense así no es indígena para mí. Con todos estos antecedentes me fui preparando. Yo sé que lo que estoy haciendo es un bien para todos, no es para mí.
¿Para qué quieren el poder político y económico sus tierras?
Hay mucha riqueza en este territorio. Por eso nos van arrinconando, para que no podamos seguir reclamando. Nos niegan la asistencia a la salud, nos niegan la justicia. Pero nunca me imaginé que podrían llegar a atacar a mi familia. Al final me encuentro con que mis hijos no pueden estudiar, no pueden asistir a un médico, no pueden salir. Nos encontramos prisioneros de este sistema.
¿En algún momento le dieron ganas de aflojar?
Cuando una patota atacó a mi hijo Abelardo y le desfiguraron la cara yo pensé: “No, no puedo seguir con esto”. Porque yo no empecé esta lucha para que mis hijos den su vida. Ellos son chicos y no eligieron. La verdad que nunca se nos cruzó por la mente que íbamos a ser perseguidos así por el sistema y este poder político que es tan fuerte. Cuando identificás como indígena, hablás como indígena o denunciás las injusticias, al poder político no le gusta porque es una realidad diferente a la que muestra el Gobierno. Cuando construyen una vivienda dicen: “Nosotros hacemos viviendas para todos, le damos agua a todos”. Pero vos te vas y no hay agua, no hay acceso a la salud, no hay trabajo. No hay nada. Yo sé perfectamente lo que está pasando y por eso no me da miedo de decir la realidad del mundo indígena. Si me pasa algo es porque tengo razón. Cuando digo una cosa, empiezan a querer desacreditarme. El gobernador Gildo Insfrán manda gente para que me golpeen, para que me atropellen como lo hicieron en agosto con una camioneta polarizada. Entonces, ¿por qué me hacen esto? Porque les molesto. Y es injusto que a un indígena que trata de exigir justicia, se le quiera quitar la vida. Eso es lo más triste para mí.

Féliz Díaz: "Sueño con ser libre y que se respete nuestra cultura, nuestro pueblo.  Que la justicia llegue a los pueblos indígenas. Y el sueño más grande de todos los pueblos indígenas es la devolución de los territorios."
¿Por qué cree que el Gobierno de Cristina Kirchner no los apoya y termina reafirmando su alianza con Insfran?
La verdad que no tengo una respuesta para eso porque los gobiernos tienen que resolver los problema. Yo no puedo decir que no les importa o que lo ignoran. El Gobierno Nacional tiene que sacar alguna declaración en contra del gobierno de Formosa. Pero no lo hace. El gobernador Gildo Insfrán en ningún momento menciona el caso de la Primavera. Y cuando  lo menciona lo hace para decir que nos dan DNIs o las cosas que nos correspondes. Ellos no nos dan a nosotros, sino a sus punteros políticos. A mí en cambio no: no quieren ni mirar ni escuchar.
¿Se siente acompañado por los otros pueblos originarios del país?
Sí. Con mi hijo noté mucho la solidaridad y el apoyo enorme de todo el pueblo argentino. Y eso me da mucha fuerza para continuar porque cuando yo decidí dejar mi liderazgo, después de la golpiza a mi hijo, la Comunidad me dijo que no podía alejarme. Me siento presionado por la Comunidad porque esta tarea que me toca nadie la hace. Soy el único que se anima a hacer esto. Pero no quiero que esto sea para mí carga. A mí me gustaría que fuera una carga de todos. Porque la lucha es nuestra, no es mía ni de mi familia. Sino que es una lucha de todos los pueblos indígenas, de toda mi comunidad y de todo el pueblo argentino. No puedo yo decir, que soy el único. Porque no me gusta aparecer yo en los medios y que digan que soy un héroe, el mejor. El único que no tiene miedo. Miedos todos tenemos, no hay ninguna persona que no tenga miedo. Todos tenemos miedo de fracasar, miedo de tener hambre, miedo de enfermarnos. Yo también tengo miedo de que esto quede a mitad de camino. Por eso trato de compartir con mis hermanos lo que yo siento y pienso, para que ellos puedan continuar esta tarea y no la dejen a mitad de camino. Que lo terminen.
¿Y se siente apoyado por el país?
Sí, porque cuando dije “Voy a dejar mi vida” me mandaron mensajes a través de las redes sociales, según me dijeron: “Fuerza Félix”, “No estás solo”. Hasta a nivel internacional. Eso para mí fue una emoción  porque quiere decir que se sabe quién soy yo. Y que es lo que hago y que es lo que pienso. Eso para mí es fundamental, para continuar esta lucha.
¿Cuál es su sueño?
Sueño con ser libre y que se respete nuestra cultura, nuestro pueblo.  Que la justicia llegue a los pueblos indígenas. Y el sueño más grande de todos los pueblos indígenas es la devolución de los territorios porque en el territorio está la vida, la salud, el alimento, la espiritualidad. Si el Estado quiere que los pueblos indígenas seamos autónomos, que nos devuelvan esas tierras, porque ahí está la autonomía.
¿Qué le pediría a la gente?
Que nos acompañen. Siempre. Que estén más cerca de nosotros y que nos conozcan más. Que sepan que lo que estamos haciendo es por el bien de la humanidad. Porque si tenemos territorio, podemos proteger el pulmón del mundo, para que tengamos buen aire y tengamos más vida. Para que podamos dejarle una herencia a nuestras familias, un mundo que no esté arruinado por el desmonte o la contaminación del agua. Queremos que nuestro futuro tenga la garantía de que podemos vivir más de lo que uno se imagina. Queremos evitar todo eso a través de la conservación de los recursos naturales. No se puede continuar depredando y contaminando.

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