30 agosto 2015

¿Por qué indios en la universidad?

“Como indios fuimos colonizados y como indios nos liberaremos”
Grito indianista en la Bolivia de la década del ‘70

Los días 13 y 14 de mayo la Universidad del Salvador volvió a dejar su color verde institucional para -al tono de la wiphala- volverse multicolor: por segundo año consecutivo los pueblos originarios y, artistas y cientistas sociales que acompañan sus reivindicaciones volvieron a estar presentes en lo que los organizadores gustamos de llamar las Jornadas Indígenas USALTuvimos una linda convocatoria con mesas conformadas por personalidades tan heterogéneas como Félix Díaz, Leandro Despouy, Charo Bogarin, Relmu Ñanku, Alcira Argumedo, Gabriel Levinas o Miguel Ángel Forte. Pero lo más importante estaba más allá. Nuestros pueblos tuvieron un espacio en la academia. Lejos de la mediación, la invisibilización o los recortes de lo medios de comunicación masivos; tenerlos ahí, escucharlos directamente, conocer sus problemas y vivir sus dolores.

Ahora bien, ¿por qué pueblos originarios en un ambiente académico frente a educandos que desconocen sus problemáticas? Justamente esa es la pregunta que nos lleva a escribir este artículo.

Félix Díaz, Qarashe de la Comunidad Qom Potae Napocna Navogoh y una de las principales voces de los pueblos indígenas. Acompañado por Relmu Ñanku de la comunidad mapuche Winkul Newen, y el titular de la APDH La Matanza, Pablo Pimentel.

- Damián, te pregunto lo mismo que a Darío Aranda un tiempo atrás: ¿y vos, por qué acompañás la lucha de los pueblos indígenas?

La pregunta del amigo y entonces titular del Equipo Nacional de Pastoral Aborigen (ENDEPA), Ponciano Acosta, previa a los preparativos de las I Jornadas Indígenas me descolocó. Me tomé unos segundos para responder. Mi cabeza viajó del bar de la calle Viamonte que uso como bunker académico a mi primer acercamiento con los mineros del cerro rico de Potosí, cuyos rostros, manos y cuerpos de 40 años, en verdad tienen poco más de 20. Y también a ese amanecer en Tiwanaku para vivir la asunción simbólica de Evo Morales rodeado de cientos de representantes de los 36 pueblos indígenas que conforman el Estado Plurinacional de Bolivia. Volví a recordar los dos meses y medio de trabajo de campo en la ciudad aymara de El Alto, rodeado de la hostilidad del terreno, la precariedad y el frío. Viajé nuevamente en “ferrobús” -un colectivo hecho tren que sólo pude entender cuando lo vi- a Charaña, donde presencié cómo mataban una llama para comerla, viví la falta de luz, y aprendí que el monte puede ser un baño de uso diario. Finalmente, la infatigable lucha por la autonomía y la libertad del Ejército Zapatista de Liberación Nacional -los descendientes mayas de las montañas del sureste mexicano- y su dieta a base de café, frijoles y tortillas.

Sin embargo, elegí otra respuesta: “Por la abuela Argentina…”.

Podría decir mucho sobre la abuela Argentina, que para mí es una segunda mamá, pero seré breve. La abuela Argentina tiene 87 años y sus manos son el reflejo de lo mucho que le costó la vida. Es una santiagueña con sangre india que trabajaba en la zafra de azúcar juntando la caña que cortaban sus tíos. Sin goma ni liquid paper borraba mojándose el dedo y a los 18 años viajó a Buenos Aires. Mientras nosotros nos vamos a Bariloche, ella se subía al camión de un desconocido en busca de una vida mejor. La abuela Argentina fue una cabecita negra que ni bien llegada a Retiro se fue a Bernal -¿cómo habrá ido hasta allá en esa época?- a cocinar y limpiar en un caserón. Crió tres hijos a base de mate cocido, huerta y pan, y les inculcó el valor del estudio y el trabajo. Difícilmente yo podría haber estudiado en la universidad sin todo el sacrificio que ella hizo.

Y completé: “Siento que acompañando las reivindicaciones de los pueblos indígenas, de algún modo estoy ayudando a la abuela. Contribuyendo a su lucha, ayudo a quienes sufren lo que mi abuela en otro momento”.


La pensadora Alcira Argumedo, el líder wichi Jorge Palomo y el presidente de la Auditoría General de la Nación, Leandro Despouy.

Y creo que un poco de eso explica la realización de estas II Jornadas Indígenas USAL. En un mundo posmoderno que nos inculca el individualismo y nos enseña que nuestras vidas dependen de nosotros mismos, un grupo de educadores y educandos conformamos un colectivo y, nos comprometimos a difundir el sufrimiento y las luchas de nuestros pueblos originarios. Todos nosotros venimos de familias con sangre indígena o sangre europea, a quienes la vida no les fue fácil. Desde la resistencia o el desarraigo, muchos de nuestros antepasados tuvieron una vida de sacrificio para darnos la posibilidad a nosotros de cursar la carrera que nos apasiona y ser profesionales. Que quede claro: nuestro estudio y trabajo diario valen, pero sin el esfuerzo de nuestras familias, nosotros no seríamos lo que somos.

Y como todos tenemos alguien que sufrió la vida para darnos una existencia más linda… Y como además somos humanos… Sufrimos con los que sufren. Nos es imposible ser indiferente ante el dolor ajeno. Nos es imposible no solidarizarnos con reivindicaciones justas y con la lucha por los Derechos Humanos de los otros. Unos otros que también son nosotros. Sin ir más lejos, las Jornadas Indígenas USAL reflejan el segundo de los principios de la casa de estudios escritos por Jorge Bergoglio en 1974, o sea, 40 años antes de ser Papa.

“El futuro se alcanza profundizando el camino recorrido. Es un proceso de vuelta a los orígenes, o mejor dicho, de afirmación de las diferencias. No es un intento de crítica externa de la experiencia realizada, sino la asunción como propia de una travesía de la que se es parte. En cambio, por eso, no consiste en la imitación servil de modelos ajenos o en el abandono de lo propio, sino en la continuidad crítica de los movimientos populares del signo nacional, protagonistas esenciales de la Argentina moderna. Más aún, el resurgimiento cultural de la América Latina exige retornar a las líneas maestras de su tradición hipánico-indígena, como fundamento del cambio revolucionario hacia un futuro en el que se reconozca. Exactamente el mismo criterio debe aplicarse a la construcción de la Nueva Universidad del Salvador.”

La especialista en Ley de Semillas, Tamara Perlmuter, acompañada del profesor Miguel Ángel Forte y el periodista Gabriel Levinas





















El 13 y el 14 de mayo, la Universidad del Salvador dio un espacio a nuestros pueblos originarios. Un espacio a la Argentina originaria, pero que bien podría haber sido a la Argentina que sufre el hambre, a la que no tiene agua potables ni cloacas, a la que le duele el frío durmiendo en la calle o que carece del derecho a la educación, la salud y el trabajo. Los educadores y educandos que realizamos estas jornadas no creemos en la ciencia por la ciencia misma, ni en la ciencia que sólo engrose nuestro curriculum: entendemos que la ciencia, y sobre todos las ciencias sociales, debe estar al servicio de los pueblos. Debe buscar un mundo más mejor -claro, más mejor- y más bonito para todos. Como decía el maestro Paulo Freire en su Pedagogía del Oprimido: “A los desarrapados del mundo y a quienes descubriéndose en ellos, con ellos sufren y con ellos luchan”.

Bienvenida sea una Universidad del Salvador que esté abierta y se solidarice con las problemáticas sociales..

Bienvenidos sean los pueblos originarios que son faros y nos enseñan a través de la resistencia y las luchas por los Derechos Humanos.

Y bienvenidos sean jóvenes y rebeldes educandos, comprometidos con la realidad, que nos exijan a los educadores no sólo conocimiento y práctica, sino también contenido social.

Gracias a todos por apoyar estas jornadas. De lo contrario no serían posibles.

¡Jallalla!

Mujeres y Torres García: profesora Raquel Soto, cineasta Valeria Mapelman, museóloga Verónica Jeria y cantante Charo Bogarín.

* Publicado en la Revista Asterisco en Agosto 2015.

20 agosto 2015

Hugo Alconada Mon y los Qom

Hugo Alconada Mon es uno de los mejores periodistas que tiene la Argentina. En un momento en el que el periodismo de investigación batalla por encontrar espacios en las agendas mediáticas, el Prosecretario de Redacción del diario La Nación es quien mejor investiga los casos de corrupción, lavado de activos y fraude corporativo. Recientemente publicó La Piñata. El ABC de la corrupción, de la burguesía nacional kirchnerista y del capitalismo de amigos, que a semanas de salir ya va por la cuarta edición y va camino a ser uno de los libros de no ficción más vendidos del año. Los capítulos del libro están ordenados de la A a la Z y cada uno trata un tema de corrupción. Me sorprendió que en la Q tratara la lucha por la tierra que afronta la comunidad Qom Potae Napocna Navogoh. Y una vez comenzado a leer, que en las primeras tres páginas los mencionara en dos ocasiones. Escribiendo una ponencia titulada "Pachamámicos: hacia un periodismo indígena" para el XIII Encuentro Nacional de Carreras de Comunicación me interesó conocer su opinión.

También publicó Los secretos de la valija (2009), Las coimas del gigante alemán (2011) y Boudou, Ciccone y la máquina
de hacer billetes
 (2013), y ganó el "Premio Latinoamericano de Periodismo en Investigación 2014". Foto: MDZ Online

- ¿Por qué un periodista reconocido y especializado en periodismo de investigación sobre casos de corrupción trata en su libro la lucha de los Qom cuando no es un tema que cubre habitualmente?

- Precisamente por eso. Con La piñata intenté hacer un abordaje sistémico. En nuestro país hay eventuales casos de corrupción, pero, al mismo tiempo, está preparado como un sistema con falta de organismos de control y una justicia -sobre la cual se está avanzando- que garantiza la impunidad. Y por otro lado, existe también un relato desde el cual te cubren -periodística o mediáticamente- de los problemas. También me interesaba mostrar que mientras hay todo un sistema para la protección de poderosos, por el contrario, los más débiles son declarados cucarachas. Y los abandonan. En el caso de los Qom, los abandonan cuando tienen que lidiar con un gobernador como Gildo Insfrán. Y no les importa. Los abandonan como si fueran perros. Es una suerte de espejo paradójico. 

- ¿Notaste que en las tres primeras páginas del libro mencionás a los Qom en dos oportunidades?

- No. Surgió naturalmente.

- Pero sí sos consciente de que visibilizás un problema que cuesta ponerlo en la agenda mediática, ¿creés que visibilizando el periodismo puede contribuir a las luchas de los pueblos indígenas?

- Si eso ocurre, me llenaría de alegría. Esa es mi esperanza. Aunque soy un poco escéptico. Esas tres cosas. ¿Por qué te lo digo? Porque los Qom llevan seis meses acampando. O porque veo que la sociedad no termina de reaccionar. En Formosa lo mantienen a Insfrán pese a todo lo que ya se sabe. También me deja inquieto. No quiero decir desesperanzado. No. Porque voy a seguir martillando como muchos. Aunque los poderosos quieran que no, tal vez somos, quizás, optimistas sin saberlo. Y por eso martillamos.

- ¿Cómo funciona la justicia en casos como la lucha de los Qom?

- La sensación que yo tuve es que acá hay un sistema que protege a algunos y abandona a otros. Si hay un pleito NN contra NN, se impartirá justicia. Donde una de las dos partes es poderosa, la otra pierde. Y donde los dos son poderosos lo que menos cabe de esperar es justicia. Van a tratar de llegar a un arreglo, a acomodar las leyes o lo que sea, pero se va a modificar por completo el sistema. Y en este caso, los Qom son los NN. Tenés situaciones en las cuales se abren expedientes -como marcaba nuestro Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel-, en teoría, para investigar una muerte, y no pasa nada. No hay nada. Y tenés otros como allá en Formosa que se abren, sí se avanza y terminás encontrando cualquier cosa. Faltaba que a los Qom les metieran que eran marcianos. Todo lo demás está ahí adentro: sedición, traición a la patria. ¿Qué más te falta? Eso te marca el doble estándar moral. 

- ¿Por qué creés que el Gobierno nacional no le da importancia?

- No creo que sea una política de Estado de ignorar a los Qom, sino una cuestión de política. La comunidad Qom Potae Napocna Navogoh le genera un dolor de cabeza a unos amigos de Insfrán. Por lo tanto, Insfrán está en contra y como el Gobierno nacional es aliado de Insfrán, los Qom no existen. Lo que me conmueve o indigna es cómo tenemos legisladores que redactan proyectos de declaraciones sobre verdaderas imbecilidades y no pueden tener los pantalones puestos para, por lo menos, emitir una declaración real. Con algunas muy honrosas excepciones como la ex diputada Silvia Vázquez. Pero hay otros que no. 

- En el libro también mencionás cómo actuó el actor y ex titular del INADI Claudio Morgado.

- El rol digno que tuvo Morgado marca que algo es posible. ¿Qué te muestra? Que sí es posible hacer una diferencia. Aquellos funcionarios que no hicieron algo para ayudar a los Qom es porque no quisieron. Muchos te dicen “estoy con las manos atadas” o le echan la culpa a sus jefes. ¿Y qué hizo Morgado? Les dio un celular y lo puso a Félix Díaz en la sección local del INADI en Formosa. Eso demuestra que un funcionario puede hacer una pequeña gran diferencia. ¿Y qué significó eso para Félix Díaz? De repente sintió que tenía las espaldas cubiertas y tuvo acceso a un teléfono celular. Para vos y para mí un celular puede costar más o menos, pero tenemos las condiciones de afrontarlo. ¿Pero para los Qom? Ellos no tienen agua potable; no tienen nada. Para el poder son lo peor de lo peor.

- Los periodistas de investigación ya enfrentan una batalla para logar espacios en los medios. Así como hiciste en La Piñata, ¿creés que el periodismo debería visibilizar más estás luchas sociales?

- Así como lo de Morgado demuestra que es posible hacerlo como funcionario público también es posible que cada uno, desde su pequeño lugar, pueda hacer algo. Incluso con las nuevas tecnologías: twittear, un mensaje por Facebook o quien tenga un programa de radio. Y no solamente sobre los Qom, sino también sobre muchos otros temas sociales. Yo creo que sí hay pequeñas grandes diferencias. Otro ejemplo es lo que hace Juan Carr que acerca a quienes quieren ayudar y quienes necesitan ser ayudados. Además, te digo: si hay algo que les duele a los muchachos -tanto gobierno nacional, como provinciales y municipales- es cuando algo sale a la luz. Siempre ha sido así. Eso los incomoda. Por eso tratan de invisibilizar el tema. Por eso sacaron a los Qom de la 9 de Julio un sábado a la mañana.

- ¿Los profesores de periodismo debemos incentivar que los estudiantes se sensibilicen con temas sociales como las luchas indígenas y los incluyan en la opinión pública cuando sean profesionales? 

- Sí, yo creo que sí. Yo creo que esto pasa… ¿sabés por qué? Por el ejemplo. Esto no es una cuestión de currícula como si fuera la materia “Ética periodística”. Si no que pasa por una cuestión realmente personal. Que los profesores se movilicen lleva a mostrar un compromiso. Y sus alumnos van a receptar eso. A vos te debe pasar lo mismo que a mí en la facultad. Cuando les preguntás a los chicos “¿por qué querés ser periodista?”, te responden: “porque quiero ser famoso”, “porque quiero ser rico”, “porque no tenía otra cosa para estudiar”. ¿O no? ¿A vos no te pasó? Lo que tenemos que decirles es: “Estás acá porque vos tenés que ser un comunicador. Y, quien comunica, comunica lo que el poder no quiere saber, y lo que el que no tiene voz necesita que se sepa”. Y en eso estamos. En definitiva, cuando un profesor se compromete, hace la diferencia. Y con que uno solo de sus alumnos logre internalizar eso, el docente ya hizo su trabajo.

A semanas de salir, La Piñata ya va por la cuarta edición y
va camino a ser el libro de no ficción más vendido del año.

17 agosto 2015

De "Un sol para los chicos" a votar a Macri

Afuera llueve. Él ceba mates. En la pantalla de la TV led -de la que aún debe varias cuotas- ve un informe de UNICEF. La imagen arroja las caritas de niños pobres que miran a cámara, con las manitos sucias y los mocos asomando por la nariz. Se le llenan los ojos de lágrimas al ver a esos chiquitos que parecen estar solos en la vida. De todos modos aguanta. Los hombres no lloran. El spot termina y Guido Kaczka vuelve a repetir el 0800 para donar 150 pesos mensuales y ayudar a los niños pobres. Hace cuentas: son 1800 pesos anuales. Mira a su mujer y a sus dos hijos. Piensa que la casa propia está muy lejos, que le gustaría cambiar el auto y que con la inflación cada vez se le hace más difícil llegar a fin de mes. Finalmente se decide.

- Hola, gracias por comunicarte con "Un sol para los chicos", mi nombre es Juliana.


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Se levanta y escucha la lluvia. La misma del día anterior. Falta media hora para la apertura de la elección y cayó un gran chaparrón en el sur del Conurbano. Calienta el agua que quedó en la pava de la tarde anterior y saca la yerba del mate que nunca vació. Sabiendo que en la calle se va a mojar deja la ducha caliente para después. Lo bueno de ir a votar temprano es que la espera es corta. Diferente al caos del mediodía. Entra al cuarto oscuro y busca la boleta. Parecería que esos ojos claros le sonríen. Guarda el papel en el sobre con esperanza y lo mete en la urna pensando que la gente quiere un cambio. Está cansado de la pobreza y la inseguridad. Y peor aún: de su negación. ¿Cómo pueden ser tan caraduras? Quiere un país con una escuela y una salud pública de calidad. Un país mejor para sus hijos. Un país mejor para todos.

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¿Cuál será la razón para que una persona que valora la figura de Domingo Sarmiento y cree que la educación es el mecanismo de ascenso social vote un partido que desprecia la educación pública?

¿Por que una persona que se indigna viendo un informe sobre el mal estado de los hospitales públicos en el Gran Buenos Aires vota un proyecto que ha empeorado el sistema de salud y ve a OSDE como un valor?

Que quede claro. Lejos estamos de cuestionar un voto. Menos aún, de intentar repetir el fanatismo galopante de los últimos años que nos señalaba con el dedo por no votar como ellos. Nos preguntamos por qué una persona que sufre con la pobreza, y que ve en la educación y la salud pública un valor, haya votado a un candidato responsable del aumento de la mortalidad infantil y que desfinancia lo público.

Fuente: elaboración de Chequeado.com según datos del Ministerio de Salud de la Nación.

Ha sido un accionar cíclico de las Ciencias de la Comunicación Social debatir los efectos de los medios masivos en los comportamientos de la gente. Así, uno podría preguntarse si habrán sido los mass media que fogonearon la candidatura del Jefe de Gobierno e invisibilizaron los problemas de la Ciudad de Buenos Aires. ¿Qué habría pasado si además de #LaMorsaEsAnibal -que como bonaerense espero no gane- se hubiera realizado otro informe mostrando el aumento de la cantidad de nenes pobres que se mueren en la ciudad más rica del país? Tal vez hayan sido las encuestas que construyeron la imagen de una polarización: Mauricio Macri o Cristina Kirchner. Paradójicamente son CFK y Daniel Scioli quienes prefieren ese escenario, conscientes del techo del candidato de Cambiemos. O quizá el marketing, los jefes de campaña y la propaganda política. O los discursos vacíos que expresan intenciones sin explicar los modos de alcanzarlo. 

Seguramente haya habido un poco de todo eso. Pero sumados a una otra razón: la violencia de quienes nos gobernaron durante la "década ganada". No en vano los candidatos más votados enfatizaron el diálogo y la unión entre los argentinos. Empoderado por los sucesivos resultados electorales, el kirchnerismo ha generado tal nivel de polarización y división que logró que personas que sufren con el dolor ajeno hayan salido corriendo a buscar un "cambio" en un proyecto que en la Ciudad de Buenos Aires generó exclusión. El fundamentalismo oficialista ha tratado a tantos argentinos de menos argentinos -"cipayos", "gorilas", "oligarcas"- por el simple hecho de pensar distinto que al final terminaron votando a quien se presentaba como lo opuesto.

En los últimos años, el fanatismo, la corrupción y la mentira generó enojos. Generó rencor. Y esos golpes no sólo vinieron de la Presidente. Mucho peor: vinieron de amigos o familiares. Y eso sólo lo puede sentir el que lo sufrió. Si a esa bronca e indignación acumuladas, se le suma un contexto económico adverso, y la acción conjunta de medios, encuestas, propaganda política y financiamiento de los poderosos, tal vez podamos encontrar una respuesta a por qué una persona terminó eligiendo un proyecto contrario a sus intereses.

La realidad no se puede adaptar a los slogans. En esta Argentina, el amor no venció al odio.

07 agosto 2015

La tesis

Diarios de un Principito nació en diciembre de 2011, cuando, por sugerencia del amigo Fafo, comencé a compartir mi trabajo de campo en tierras bolivianas. Con el tiempo, este espacio se volvió tan heterogéneo como Bolivia: mucho sobre política y problemas sociales; algo sobre pueblos indígenas y Pachamama; algunas melancolías; y experiencias del ámbito académico. Escribí sobre lo que se me cantaba. La única constante fue el intento de generar pensamiento crítico y compartir reflexiones que ayudaran a los pueblos. La casualidad quiso que tres años después, el post número 100 sea sobre la defensa de la tesis. Para darle glamour, fue escrito en el Café Brasilero, donde tiraban magia Mario Benedetti y Eduardo Galeano.


Flasheé Galeano y Benedetti, y estuve desde las 11 a las 19. Placer el piso de madera y la luz natural que entra por la ventana.

Como tantas otras cosas en la vida, sólo sabe qué es una tesis aquél que hizo una. Y no me refiero a su significado académico. Por supuesto que no. Sino al proceso, que comienza mucho antes de tipear la primera letra. La tesis no es ni más ni menos que una expresión de nosotros mismos. Es verdad que resume nuestras lecturas de toda una vida y desarrolla un esquema de trabajo, pero, especialmente, refleja nuestra mirada sobre el mundo: estudiamos un tema que nos apasiona tanto como para dedicarle pila de nuestro tiempo.

Mi segunda tesis se tituló El nuevo Estado boliviano: la construcción de hegemonía: retoma la categoría gramsciana de "hegemonía" para estudiar la construcción de poder de los pueblos indígena-originario-campesinos en el Estado Plurinacional de Bolivia. A diferencia de la primera, que demoró un año, ésta llevó tres. Se inició con un trimestre de lecturas dirigidas sobre Antonio Gramsci con el director de la carrera de Ciencias Políticas de la UBA, Luis Tonelli, y sobre Bolivia con quien luego sería mi tutor, el historiador y politólogo francés Hervé do Alto. También implicó un trabajo de campo de tres meses en las ciudades bolivianas de El Alto, La Paz, Santa Cruz de la Sierra y Cochabamba. A la vuelta dediqué poco menos de un año al estudio de los Cuadernos de la cárcel y un tiempo similar aprendiendo sobre la historia boliviana. El resto fue dedicado a la redacción y el trabajo de algunas de las más de 50 entrevistas realizadas.

Por supuesto que hacer una tesis no es un trabajo full-time. Las tesis se escriben mientras uno está inmerso en el campo laboral y, por lo tanto, se hace en los tiempos libres. Podemos decir que una tesis entra en conflicto con el descanso y el ocio, la familia y los amigos. Se hacen los fines de semana o a la vuelta del trabajo. Exigen esfuerzo, pero son una instancia de aprendizaje increíble. Nos convertimos en expertos.

Hay también en las tesis algo de alienación. Si existe una verdadera pasión 
por nuestro objeto, en muchas de nuestras charlas aparecerá "la tesis". Será contar una y mil veces qué estudiamos y por qué nos llamó la atención. Nuestro objeto pasa a formar parte de nosotros. Y guay que alguien se meta con él.

Las tesis también activan nuestra psicología interna. La superación y la constancia son variables imprescindibles en un tesista. No en vano la tesis es la segunda instancia de abandono de una carrera universitaria. Si ya escoger un tema es un problema, a continuación no sabremos cómo escribirla. Y en el camino a la meta tendremos que desatar muchos nudos. Sepa que se frustrará más de una vez.

Pero también tenemos ruedas de auxilio. Existe una "solidaridad de clase" entre los tesistas: nos damos fuerza mutuamente. También son importantes las conversas con profesores que ya atravesaron ese recorrido. Ni hablar si podemos entrevistarnos con especialistas que seguramente tendrán interés en expandir el conocimiento del campo y en tratar con personas igual de apasionadas por el mismo tema. Es posible que nos crucemos con alguno al cual le falte humildad o que quiera cuidar su "quintita". Pero son los menos.

Detalle aparte es la escritura. De más está decir que debe ser obsesivo con la ortografía y respetuoso de las normas de estilo. Cite todo: ni se le ocurra caer en el plagio. Sólo puedo sugerir que reescriba una y otra vez, y que demore todo lo que tenga que demorar. Así, en un punto llega la defensa. Algo que nunca hemos hecho. Y justamente esto quería contarles. Aquí comienza un segundo relato dentro de este post.


Auto-aliento: Vital para un tesista. También se puede probar con cantitos de cancha cambiando el nombre del equipo por el suyo.
En mi caso, cada vez que me sentaba frente a la computadora, antes de escribir escuchaba Latinoamérica de Calle 13.


Una vez entregada, la defensa de esta tesis demoró nueve meses. Tuve la fortuna de contar con un jurado de lujo: el historiador especializado en América Latina Waldo Ansaldi quien tiene un texto clásico sobre la aplicación de categorías gramscianas en el análisis histórico; el politólogo Daniel Campione, autor de Leer Gramsci; y la profesora Mabel Thwaites Rey, especializada en el concepto de "Estado" y quien también ha escrito sobre el italiano en Gramsci mirando al sur. Sobre la hegemonía en los 90

"Damián, tienes que pensar que tu trabajo va a ser leído por personas como Waldo, Daniel y Mabel. Ya ganaste con eso", me dijo Hervé. Y tuvo razón. Como si el jurado fuera poco, también tuve la suerte de contar con la presencia de Carlos Strasser: fundador de FLACSO Argentina y de la carrera de Ciencias Políticas de la UBA con la vuelta de la democracia. De más está decir que es una institución de las Ciencias Sociales.

¿Cómo se prepara la defensa de una tesis? No lo sé. Yo preferí mantener la rigurosidad. La volví a leer y la resumí toda. A mano y en lápiz, como me gusta. Fueron 29 páginas rayadas de un cuaderno Avon. En lapicera roja inserté los comentarios del jurado. Mi principal duda fue a quién hablarle: si al jurado experto que sería quien pusiera la nota que quedaría de por vida o si a los familiares y amigos que vienen escuchando hablar de la tesis hace años. Decidí hacer mitad y mitad, privilegiando que entendiera mi gente y memorizando citas textuales, autores, años y cifras que pudieran contentar al jurado. 

Acorde a los dictámines, sabía que el desafío era convencerlos de la correcta traductibilidad de las categorías gramscianas. Que no hubiera un uso mecánico de ellas. Lamentable no lo logré. El jurado no coincidió en aplicar la hegemonía a la larga duración: me sugirieron no ir más allá del katarismo o la revolución del 52. Observar mi interpretación del materialismo histórico y la crítica de Gramsci al economicismo marxista (glup).

La exposición duró alrededor de 40 minutos. En el último de los tres ensayos practicados en casa había clavado 48 minutos exactos. Hay que tener en cuenta la dificultad de las defensas: si uno invita público vamos a verles las caras a nuestros seres queridos. Y nuestros nervios y emociones se ven reflejados en los rostros de ellos. Como el cerebro es maravilloso, mientras la boca habla, las neuronas interpretan la comunicación no verbal del auditorio: "¿Se entenderá algo? ¿Los estaré aburriendo? ¿Estoy convenciendo al jurado?". Hasta que llega el final y las miles de horas que invertimos en la tesis terminan con un "muchas gracias". 

¡Guau!

Después de la devolución el jurado se retiró para deliberar. Y ahí ocurrió algo fantástico. Mi viejo comenzó a conversar con Strasser, quien nos explicó la experiencia de fundar FLACSO Argentina en los años oscuros de la dictadura. "Esto para mí es maravilloso. Los tres jurados fueron alumnos míos. Y verlos hoy acá como jurado y discutiendo con él con tanta pasión... Me voy lleno", dijo el director de la Maestría. Comenté que tras una charla con el profesor me había decidido ir a la escuelita del Ejército Zapatista de Liberación Nacional y aplicar a una beca de doctorado en el exterior. "O sea que por usted sufro yo", se metió mi papá.

Tras el power point, en la pantalla aparecía Hervé desde Niza vía Skype. Por primera vez mis amigos le veían la cara a mi famoso "tutor francés". Y eso para mí fue genial. Como una fiesta de cumpleaños. Cuánta felicidad. El jurado volvió a la hora y la tesis fue considerada "Distinguida". Agradecí la humildad del jurado por leerme, la compañía de educandos, la presencia de mi hermano en el año nuevo en Bolivia, el apoyo de mis amigos, la formación que me dio Hervé, la imprescindibilidad de mi viejo y el ejemplo de vida que es mi abuela.

Después de tres años de presentarme como "maestrando", pude eliminar el gerundio y decir que soy Magister en Ciencias Políticas y Sociología de la prestigiosa FLACSO. Ojalá la etapa como doctorando en Ciencias Sociales de la UBA sea igual de rica. Pero, sobre todo, espero poder construir conocimiento a favor de los desarrapados del mundo. Ser uno más de los que contribuyen a construir mundos mejores, para las mayorías.

¡Jallalla!