24 junio 2017

El orgullo de haber votado hambre

La Argentina hoy tiene un problema que pocos se lo van a decir: hablamos de nombres en lugar de ideas; hablamos de candidatos en lugar de proyectos y propuestas políticas y, peor aún, hablamos de personas que se oponen a otras personas. Por eso la importancia de los "ismos", pero, más aún, de los "anti".

En política, hay un problema que nadie comenta, pero que a mí me parece cada vez más importante: la honestidad intelectual. O sea, la falta de honestidad intelectual. No nos hacemos cargos de nuestros errores y nos embanderamos en objetividades que no existen.

No haga segundas o terceras lecturas. Sólo buscaba una imagen amarilla. Fuente: Pixabay.com

Todo esto viene hace ya bastante tiempo, pero se ha acentuado en los últimos años con la llamada grieta. Una grieta de personas, mas no de ideas. Porque vaya a preguntarle a la gente si está a favor o en contra del hambre o de la inseguridad.

Entonces, discutir nombres es un modo de no discutir ideas.

¿A quién le conviene no discutir ideas?

¿A quién le conviene que usted crea que sólo hay dos candidatos para elegir?


Vamos de nuevo. En política, hay un segundo problema: la falta de honestidad intelectual. Y, con ella, el orgullo. El mejor aliado para no reconocer nuestros errores. Nuestras malas elecciones a partir de nuestro desconocimiento. Y el problema del orgullo, de no decir "me equivoqué", es que sólo puede empeorar. Y obliga a las almas bellas a defender acciones que nunca apoyarían.

¿Cómo una persona de buen corazón va a defender que le sacan una pensión a un discapacitado?

¿Cómo defender el aumento de las personas que viven en la calle?

¿Cómo defender la caída del consumo del pan, de la leche y de la carne?

¿Cómo defender que le quiten los remedios a una abuela que cobra la mínima?

¿Cómo defender que le bajen el salario a un maestro?

Y vamos de nuevo, el voto anti-lo-otro termina siendo una argumentación para validar que se va a elegir a una Argentina que desocupa, que excluye y que hambrea. Una Argentina que mata. Porque el que no trabaja se excluye, el que se excluye no come y el que no come se muere. 

La corrupción mata. Y la exclusión, también. Y si no lo sabe, sépalo.

Sin embargo, por suerte, el orgullo tiene un antídoto: el reconocer.


                                                                                              El hacerse cargo de que nos equivocamos.

                                                        Que elegimos mal.

Que no sabíamos.

                                 O que les creímos.

                                                                  No es tan malo no saber.                 

                                                                                                              Ni es tan malo creerle a alguien.

Lo único malo es no reconocer el error. 

                                                                   Por orgullo.                             


Los momentos de decisiones siempre son momentos importantes. Tal vez porque las decisiones del presente siempre nos parezcan más importantes que las del pasado, éste es un momento demasiado importante. Porque nos va a marcar cuán horrible será el 2018.

Y también será importante porque vamos a tener que elegir un valor que va a marcar nuestros próximos años: si estamos de acuerdo -o no- en arrojar a la miseria a una parte no menor de los argentinos.

Tal como ocurrió en el último año.

Y vamos de nuevo: ¿a quién le conviene que usted crea que sólo hay dos candidatos para elegir?