10 diciembre 2017

No fue desaparición forzada, pero el Estado sí es responsable


"El hombre es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras" - Aristóteles 

"El silencio no es protesta, es complicidad; es negarse al compromiso" -  Umberto Eco 


"Vos dijiste que fue desaparición forzada. Ahora tenés que pedir perdón", me dice mi panadero amigo, casi replicando el editorial de La Nación que estoy seguro de que no leyó. Y tiene razón. Soy un hombre de ciencia y la ciencia dijo que no hubo desaparición forzada.

"Se ahogó solito en el río", continúa mi panadero amigo -que votó a Cambiemos en las dos últimas elecciones- replicando las bajadas de línea del Grupo Clarín (el diario Clarín, el portal clarin.com, Canal 13, el canal de cable Todo Noticias y Radio Mitre), Canal América e Infobae. Y esta vez no tiene razón. 

a. No tiene razón porque Santiago no se ahogó solito. Santiago huía de una represión ilegal de Gendarmería. ¿Por qué ilegal? Porque el juez ordenó desalojar la ruta. Pero no dio la orden de ingresar a la Pu Lof Cushamen.

b. Santiago no se ahogó solito. Santiago huía de gendarmes armados que le tiraban "corchazos". Tal como aparece en las grabaciones que trascendieron y puede escuchar en La Nación o Perfil. ¿Qué haría usted si gendarmes, policías o quien sea lo corrieran a los balazos?

c. Santiago no se ahogó solito. Nadie que le tiene miedo al agua se mete a un río por voluntad propia. El Estado es responsable porque Gendarmería forma parte del Estado. Porque, como dijimos, reprimió ilegalmente. Y porque fue planificado por el Jefe de Gabinete del Ministerio de Seguridad, Pablo Noceti, con el apoyo político de la Ministra Patricia Bullrich. Y detrás de ambos, un presidente con la idea fija de reprimir la protesta social sin pensar sus consecuencias. 

d. Que quede claro: nadie dice que nadie mandó a matar a nadie. Sin embargo, cuando se va a reprimir a sangre fría, hay consecuencias no deseadas. Esto ya lo hemos escrito. Y peor aún si las fuerzas de seguridad te corren a los tiros. Y peor aún si todo esto ocurre sin la orden de un juez. Y lo sabemos desde las represiones de Fernando de la Rúa el 20 y 21 de diciembre de 2001 -en este artículo de la Revista Mu puede contar cuántos asesinatos hubo- hasta la de Eduardo Duhalde el 26 de junio de 2002 que derivó en los asesinatos de Darío Kosteki y Maxi Santillán.

e. El Estado es responsable porque las fuerzas represivas del Estado no pueden correrte a los tiros. Si bien muchos "intelectualoides" oficialistas repitieron que "el Estado tiene el monopolio legítimo de la fuerza" -sin explicar que la definición le pertenece a Max Weber-, esto no significa que el Estado puede hacer lo que quiera. Si el Estado hace lo que se le canta, se pierde el Estado de Derecho. Y si el Estado hace lo que quiere y se pierde el Estado de Derecho, nos alejamos de la democracia. Ojo. No decimos que este Gobierno sea una dictadura, pero sí decimos que este Gobierno viene no respetando varias garantías constitucionales. En efecto, creo que deberíamos volver a leer nuestras garantías constitucionales.

Artículo 18.- Ningún habitante de la Nación puede ser penado sin juicio previo fundado en ley anterior al hecho del proceso, ni juzgado por comisiones especiales, o sacado de los jueces designados por la ley antes del hecho de la causa. Nadie puede ser obligado a declarar contra sí mismo; ni arrestado sino en virtud de orden escrita de autoridad competente. Es inviolable la defensa en juicio de la persona y de los derechos. El domicilio es inviolable, como también la correspondencia epistolar y los papeles privados; y una ley determinará en qué casos y con qué justificativos podrá procederse a su allanamiento y ocupación. Quedan abolidos para siempre la pena de muerte por causas políticas, toda especie de tormento y los azotes. Las cárceles de la Nación serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas, y toda medida que a pretexto de precaución conduzca a mortificarlos más allá de lo que aquélla exija, hará responsable al juez que la autorice.


"¿Dónde está Santiago Maldonado?" - Liniers


Para quienes afortunadamente nacimos en democracia y no vivimos los años de sangre de la última dictadura militar y los 30.000 detenidos/desaparecidos resultó algo novedoso hablar de desaparición forzada. Resultó novedoso porque si bien conocíamos los casos de Jorge Julio López y Luciano Arruga, en ninguno parecía haber una complicidad directa del Poder Ejecutivo. Muchos estamos convencidos de que esta complicidad sí estuvo presente en el asesinato de Mariano Ferreyra, pero en este caso no fue desaparición forzada, sino un asesinato por una patota sindical con afinidad política con el Gobierno de Cristina Kirchner. 

En mi caso, no pensé que hubiera desaparición forzada en un comienzo y fui a la marcha del 11 de agosto pensando que la presión social nos llevaría a encontrar con vida a Santiago. Pero con el pasar de los días, hubo una serie de acontecimientos que fueron cambiando mi mirada:

  • Los medios adictos al Gobierno comenzaron a desinformar.
  • A través del Ministerio de Seguridad, el Gobierno desparramó hipótesis falsas.
  • La prensa oficialista deslegitimó a Santiago.
  • El Gobierno protegió a los gendarmes y a Benetton. Y los medios hicieron lo mismo.
  • Se magnificó a los cinco gatos locos que forman la RAM -si es que existe- para equipararlo a una guerrilla terrorista y así construir a los mapuches como un enemigo interno para poder reprimirlos. Y matarlos. Como ocurrió con Rafael Nahuel.
  • Con la cercanía de las elecciones, las redes sociales que maneja el Gobierno atacaron psicológicamente a la familia de Santiago. Lo cual mermó después del triunfo de Cambiemos.

Y los días iban pasando. Y estudiamos en qué casos se puede hablar de "desaparición forzada". Y se cumplían dos requisitos: Santiago había desaparecido en medio de una represión llevada cabo por agentes del Estado y, por otro lado, el mismo Estado no nos daba información sobre su paradero. El CELS lo explica bien en "Diez preguntas y respuestas sobre el caso Santiago Maldonado".


¿Por qué el CELS consideró que el hecho debía investigarse como una desaparición forzada?


Santiago Maldonado fue visto por última vez en el contexto de un operativo represivo e ilegal de la Gendarmería Nacional. Esta situación hacía necesario investigar qué participación tenía la Gendarmería en la desaparición de Maldonado a fin de encontrarlo y de establecer responsabilidades. Investigar un episodio como una posible desaparición forzada no supone asegurar a priori que el hecho implicó la comisión de ese delito sino que en tanto hay indicios de responsabilidad estatal esa hipótesis debe ser confirmada o descartada. Ni el tipo penal “desaparición forzada” ni la figura del derecho internacional exigen que el hecho sea parte de un plan sistemático, tal como afirmó el Poder Ejecutivo. Por lo tanto, hablar de desaparición forzada no significa asimilar estos hechos con una política de desaparición de personas y menos aún con la última dictadura. A medida que las semanas pasaban y Maldonado no era encontrado, los testimonios, el ocultamiento de información realizado por el Ministerio de Seguridad y las imágenes del operativo fueron indicios de que había una relación entre la ausencia de Maldonado y el operativo violento en la Pu Lof el 1 de agosto. Esas responsabilidades estatales aún están siendo investigadas


Si tiene cabeza de perro. Si tiene cola de perro. Si tiene hocico de perro. Y si tiene patas de perro... Debe ser un perro. En este caso no ocurrió eso: desde el 1° de agosto hasta el 20 de octubre estuvieron dadas todas las condiciones para hablar de que fue una desaparición forzada. Pero la autopsia aseguró que no lo fue.

"¿Dónde está Santiago Maldonado?" - Tute

¿Hicimos mal en hablar de desaparición forzada? Y me agarra la duda. Creo que hicimos mal porque tras la autopsia la ciencia indica que no lo fue. Por otro lado, la desaparición forzada invierte la carga de la prueba: el Estado estaba obligado a decirnos dónde estaba Santiago Maldonado. Y yo quiero enfatizar esto: reflexionar sobre cómo interpelar al Estado frente a una desaparición me parece sumamente importante para el movimiento de Derechos Humanos porque en algún momento alguien va a volver a desaparecer bajo la sospecha del Estado. Tal vez incluso en el marco de una represión. Y tenemos que pensar cómo responder frente a esto. 

Hablando de economía y desarrollo, Daniel Schteingart concluye: "Perder una discusión también es ganarla". Nosotros no interpelamos al Estado invocando la desaparición forzada para pegarle al Gobierno de Mauricio Macri como hizo creer a millones de argentinos el periodismo militante. Menos aún para ganar una discusión. Interpelamos al Estado porque queríamos que  Santiago apareciera con vida. Porque nos hervía la sangre las falsas hipótesis de los medios militantes y el odio desparramado por las redes sociales. Porque queríamos saber qué era de la vida de un ser humano. Y, en su defecto, dónde estaba su cuerpo para que esa vida y su familia tuvieran paz. 

Quienes pensaron cómo interpelar al Estado fueron los compañeros del Equipo Mexicano de Antropología Forense (EMAF), Acciones Coordinadas Contra la Trata (ACCT), Comisión Investigadora de la Violencia en los Territorios (CVT) y Universidad Libre de Berlín en el "Conversatorio internacional: Re/pensar lo forense ante las violencias del presente". Y los colegas de Cosecha Roja, tal vez quienes mejor cubrieron la desaparición de Santiago, lo resumieron en seis definiciones.

A la luz de lo sucedido, creo que interpelar al Estado bajo la desaparición forzada fue efectivo para poder encontrar el cuerpo de Santiago. Si nos hubiéramos quedado callados, difícilmente podríamos haberlo encontrado. Sin embargo, a la luz de la autopsia esto no fue así y, por eso, creo que también debimos quedarnos con la primera consigna que movilizó a las redes sociales: "¿Dónde está Santiago Maldonado?". Tal vez ésta deba ser la idea núcleo para interpelar al Estado en el futuro frente a una nueva desaparición. La misma idea que difundieron los dibujantes de La Nación o Nico Ilustraciones que acompañan este artículo. Los académicos debemos observar más al arte.

Por último, creo que es sano y es noble reconocer las equivocaciones. Aprender de lo que uno considera son errores. Digo "uno considera" porque aún hay amigos que siguen convencidos de la desaparición forzada y cuentan con sólidos argumentos para defender esta postura. Creo que es sano y noble porque nos diferencia de lo que hemos criticado: de Jorge Lanata, desinformando sobre qué es una desaparición forzada y construyendo odio contra los mapuches; de Patricia Bullrich dando rienda suelta a la falsa hipótesis del puestero o defendiendo a los Prefectos que asesinaron a Jorge Nahuel; del Grupo Clarín diciendo que Santiago estaba en Chile o Entre Ríos o tantas cosas; de Claudio Andrade que ofende al periodismo desparramando mentiras sobre Santiago y los mapuches una y otra vez; o de Gabriela Michetti, diciendo que Rafael Nahuel fue asesinado en un enfrentamiento sin una evidencia que sustente su posición.

En fin, soy un hombre de ciencia con contradicciones. Creo en la autopsia de Santiago, pero no creí en la de Nisman. Confío en la autopsia de Santiago y también confío en los testimonios de los mapuches. Por mis experiencias en las visitas a muchos pueblos indígenas sigue sin cerrarme que hayan mentido. No entiendo que no encuentren la mochila y el celular de Santiago. No me cierra la llamada del 2 de agosto detectada por Movistar. No me cierran muchas cosas. Contradicciones al margen, quería compartir algunas reflexiones:

a. A la luz de la autopsia, creo que no fue desaparición forzada.

b. Interpelar al Estado a través de la desaparición forzada fue efectivo para movilizar a la opinión pública y que el Gobierno encontrara a Santiago.

c. Sin embargo, debimos continuar interpelando al Estado -y debemos hacerlo en el futuro- con la consigna "¿Dónde está?".

d. Y también sigo creyendo que el Estado es responsable y es necesario que haya sanciones para Patricia Bullrich, Pablo Noceti y los gendarmes que corrieron a Santiago a "corchazos" hasta el río. Durante este Gobierno, mejor. De lo contrario, en el próximo.

*  *  *  *  *

Uno es esclavo de sus palabras y, cuando se equivoca, es bueno aceptarlo. Pero uno también es dueño de sus silencios. Y esclavo de sus silencios. Y esclavo de sus indiferencias. Y esclavo de sus odios.

Y entre las palabras y el silencio, preferimos el compromiso con Santiago, con la vida y con su solidaridad.

"¿Dónde está?" - Nico Ilustraciones